Cinco mentiras que decimos los escritores de empresa

1. Tengo todo el texto en la cabeza; en media hora lo resuelvo y te lo mando.
2. Antes del fin de semana, tenés todo.
3. Me encantaron las correcciones de tu gerente de Medio Ambiente sobre la versión definitiva.
4. Me gustaron tanto, que las voy a incorporar enseguida.
5. Te mandé todo el viernes, ¿no te llegó el mail?

2006, ¿año del desembarco oficial del lenguaje llano en la Argentina?

Esta fue una de las buenas noticias del año que acaba de terminar. Un congreso de capacitación judicial hizo punta y pidió que el sistema legal empiece a comunicar —y por consiguiente, a escribir— más claramente. Fue tapa del diario La Nación el 26 de noviembre pasado.
Aparentemente, es la primera vez que una institución argentina refleja una preocupación por la calidad de sus textos y por el modo en que pueden afectar su gestión. El II Congreso Iberoamericano de Capacitación Judicial denunció que la acción de la justicia es dificultada cuando, por ejemplo, las sentencias no tienen en cuenta a sus destinatarios o cuando “utilizan latinazgos, palabras que no resultan de fácil comprensión o se deforma el idioma”. Además, propuso que la educación formal de funcionarios y abogados incluya el aprendizaje de destrezas comunicacionales, y que se simplifique y estandarice la comunicación de trámites legales.
Pero tan importante como todo ésto, las conclusiones reflejaron una inocultable inspiración en lo que se ha dado en llamar el movimiento de Lenguaje Llano (Plain Language Movement), una corriente internacional que propicia que los documentos de gobiernos, instituciones y empresas sean comprensibles y entendidos por todos. En próximas entradas nos iremos ocupando más profundamente de él y de cómo está funcionando en otros países.
Mientras tanto, acá van algunas de las citas más interesantes en esta línea del texto final del congreso judicial:
“[La calidad de las sentencias] no es incompatible con la claridad o sencillez de los términos que pueden utilizarse en las sentencias, pues claridad con calidad no se tratan de términos excluyentes o antagónicos, sino que es deseable que ambos coexistan.
“El lenguaje de la sentencia debe estar acorde con el destinatario. El lenguaje del juez lo debe aproximar a la comunidad y no alejarlo de ella".