Tiempo de memorias y balances

Termina el año y para nosotros es época de memorias y balances. Literalmente.

Desde los inicios de la consultora, allá por 2003, hemos pasado varios diciembres y eneros escribiendo reportes anuales de las compañías. Con algunas de ellas, como Petrobras, ha sido así durante los últimos siete años.

¿En qué consiste nuestro trabajo? En ayudar, desde los textos, a que la memoria se convierta en una verdadera pieza promocional de la empresa. Para eso, entrevistamos a los responsables de cada área, establecemos los hitos del año, chequeamos números, transformamos lenguaje especializado en una prosa llana, entendible para todos los públicos. Cuando todo anda bien, esa pieza promocional puede ser leída como la historia de la compañía durante ese año.

Acá pueden ver varios ejemplos de lo que se hace en el mundo y acá una de nuestras presentaciones para Petrobras, donde trabajamos segmentando contenidos, destacando información y girando temáticamente alrededor de un concepto (en esa ocasión fue el agua y llegamos a juntar más de 100 frases alusivas).

Un taller para responsables de comunicación corporativa


Este fue un año de muchos talleres. Trabajé frente a públicos variados (comunicadores, escritores noveles, profesionales), atendí necesidades distintas (argumentar, narrar, informar), continué con viejos cursos (Rojas, Uces) y relancé otros (Palermo, Divulgación en el Rojas).

Casi sin proponérmelo, tanta actividad me obligó a revisar programas y a mirar con frescura el panorama de la escritura en las organizaciones.

Una de las cosas que me resultó más evidente es la creciente variedad de estrategias textuales que los comunicadores empresarios están obligados a dominar. Ya no alcanza, por ejemplo, con traspasar recursos de la escritura periodística para ganar en claridad y atractivo. Ni siquiera con estar más o menos a tono con la redacción en las redes sociales.

Este mundo laboral, organizado cada vez más en redes -de clientes y empleados- hace casi obligatorio disponer de un menú de recursos bien variado, que se ajuste a públicos y escenarios cada vez más cambiantes y segmentados. Hay que saber qué tipo de texto escribir para cada ocasión, cada canal y cada público. Hay que ser versátil.

Por eso, con María Curubeto de la revista Imagen, estamos armando un programa dirigido exclusivamente a responsables de comunicación. La idea es revisar los fundamentos que sostienen la prosa contemporánea de las empresas y presentar estrategias de aplicación.

Tentativamente, estamos diseñando una actividad de dos encuentros que girarán sobre estos cuatro ejes:
  • Dominar los fundamentos compositivos
  • Argumentar por escrito
  • Persuadir con historias
  • Armar recorridos de lectura

La idea es circunscribirlo a responsables de áreas de comunicación interna y externa. Pronto tendremos el programa, el lugar y una fecha tentativa. Si alguno quiere más precisiones sobre los contenidos, escríbanos sin dudar a sebastian@adurizescritura.com.ar o a maria@relacionespublicas.com.

Una película sobre mala escritura

Hablando de aprender a escribir y de afrontar la opinión de los lectores, alguien salió a buscar críticos para sus textos e hizo una película documental que se estrena en estos días. Se llama Vernon Lott y su película, Bad Writing.

Ya el trailer es bueno: arranca con fragmentos de mala prosa y con imágenes de Lott en su adolescencia con aires bohemios. Enseguida se lee la frase sobreimpresa "una vez este hombre pensó que iba a ser una gran poeta". Inmediatamente salta a una imagen de él, varios años más tarde, confundido respecto de cómo operar una máquina expendedora. Y se lee otra frase: "Nunca ocurrió".

Lo que sigue son sus entrevistas a diversos escritores consagrado a quienes Lott les muestra sus poesías y conversa con ellos sobre qué es buena y mala escritura, y muchos de los mitos que rodean al oficio y a la figura del escritor.

Si alguien consigue una copia, que avise.




Kureishi reflexiona sobre los talleres de escritura



El lunes pasado di la última clase del año del taller Técnicas de Escritura del Rojas. En la devolución final, uno de las asistentes elogió lo productivo que le había resultado el trabajo grupal, un comentario que me resultó especialmente satisfactorio: mucho del trabajo del taller está estructurado en ejercicios de lectura en parejas o grupos.

Si todo va bien, los talleristas van detectando progresivamente posibilidades de mejora poniéndose en el lugar de sus lectores. Palabras y frases que convendrían podar, párrafos cuyos contenidos hay que redistribuir, ideas que sería mejor ilustrar, cosas así. La idea de fondo es que leyendo a los demás uno aprende a leerse a sí mismo.

Algo de todo esto fue abordado con mucha precisión por Hanif Kureshi en un artículo aparecido hace un par de meses en el suplemento cultural de El País. Se pregunta el escritor inglés: "¿Escribir es algo que uno hace a solas, o necesita a otros que le ayuden?"

En el proceso de responderse va encontrando algunas definciones muy precisas. Anoté dos pero hay más, tanto o más interesantes que estas:

Escribir para esconderse"Algunos se hacen escritores porque quieren ser independientes; no quieren ni ser competitivos ni depender de otros. Para ellos, escribir es un proceso de exploración de sí mismos totalmente personal, una forma de estar solos, de reflexionar sobre su vida y quizá de esconderse, mientras hablan con alguien que está en su cabeza." Daría la sensación de que Kureishi, un poco a la pasada, sanciona levemente cierto escapismo de los escritores frente a las asperezas del mundo. Si quieren ver este punto ilustrado, lean este delicioso textito de Pedro Mairal, que ironiza sobre el poder de la literatura para vengarse de una mala atención en un McDonald's.


Escribir con el lector presente

"Las conversaciones con el profesor deben servir para que el alumno se haga una idea de lo que puede pensar un lector corriente de su obra y tenga siempre presente que, en definitiva, escribe para otros. Los escritores no son exhibicionistas, sino animadores."

No es fácil incorporar esa mirada externa. Por eso trato de favorecer un crítica balanceada, que destaque también aciertos junto con las posibles deficiencias. Y trato de que todas las opiniones, tanto mías como las de compañeros, sean expresadas como un provisorio punto de vista ("a mí me parece") en reemplazo de un más conclusivo ("el texto es"). Pero aun así, por más moderadas y constructivas que sean estas opiniones, -que además siempre están referidas a aspectos técnicos del texto- son muchos quienes no toleran esa intromisión: pareciera que escriben, como denuncia Kureishi, para evitarse esas malas noticias que el mundo suele traer.
En el taller, quienes sacan provecho suelen ser aquellos capaces de sobreponerse a la frustración de comprobar que sus textos no siempre son lo que imaginaron en soledad.

Borges en las nubes

Hace poco descubrí wordle.net una página que ha hecho un arte de las nubes de texto. Literalmente. Con un mecánica muy simple, es posible introducir un texto, una dirección URL o un nombre de usuario y ¡paf! uno tiene varios diseños de nubes de palabras para elegir.

Acá tienen algunos ejemplos:

El jardín de los senderos que se bifurcan.


El Aleph.


Este blog.

Mi página de Delicious (vi bastante bien reflejado mi universo de intereses, a pesar de que no la uso muy intensamente).


Finalmente, probé con algunas poesías que me gustan pero en ningún caso el desorden de palabras fue más atractivo que el orden original.