Kureishi reflexiona sobre los talleres de escritura



El lunes pasado di la última clase del año del taller Técnicas de Escritura del Rojas. En la devolución final, uno de las asistentes elogió lo productivo que le había resultado el trabajo grupal, un comentario que me resultó especialmente satisfactorio: mucho del trabajo del taller está estructurado en ejercicios de lectura en parejas o grupos.

Si todo va bien, los talleristas van detectando progresivamente posibilidades de mejora poniéndose en el lugar de sus lectores. Palabras y frases que convendrían podar, párrafos cuyos contenidos hay que redistribuir, ideas que sería mejor ilustrar, cosas así. La idea de fondo es que leyendo a los demás uno aprende a leerse a sí mismo.

Algo de todo esto fue abordado con mucha precisión por Hanif Kureshi en un artículo aparecido hace un par de meses en el suplemento cultural de El País. Se pregunta el escritor inglés: "¿Escribir es algo que uno hace a solas, o necesita a otros que le ayuden?"

En el proceso de responderse va encontrando algunas definciones muy precisas. Anoté dos pero hay más, tanto o más interesantes que estas:

Escribir para esconderse"Algunos se hacen escritores porque quieren ser independientes; no quieren ni ser competitivos ni depender de otros. Para ellos, escribir es un proceso de exploración de sí mismos totalmente personal, una forma de estar solos, de reflexionar sobre su vida y quizá de esconderse, mientras hablan con alguien que está en su cabeza." Daría la sensación de que Kureishi, un poco a la pasada, sanciona levemente cierto escapismo de los escritores frente a las asperezas del mundo. Si quieren ver este punto ilustrado, lean este delicioso textito de Pedro Mairal, que ironiza sobre el poder de la literatura para vengarse de una mala atención en un McDonald's.


Escribir con el lector presente

"Las conversaciones con el profesor deben servir para que el alumno se haga una idea de lo que puede pensar un lector corriente de su obra y tenga siempre presente que, en definitiva, escribe para otros. Los escritores no son exhibicionistas, sino animadores."

No es fácil incorporar esa mirada externa. Por eso trato de favorecer un crítica balanceada, que destaque también aciertos junto con las posibles deficiencias. Y trato de que todas las opiniones, tanto mías como las de compañeros, sean expresadas como un provisorio punto de vista ("a mí me parece") en reemplazo de un más conclusivo ("el texto es"). Pero aun así, por más moderadas y constructivas que sean estas opiniones, -que además siempre están referidas a aspectos técnicos del texto- son muchos quienes no toleran esa intromisión: pareciera que escriben, como denuncia Kureishi, para evitarse esas malas noticias que el mundo suele traer.
En el taller, quienes sacan provecho suelen ser aquellos capaces de sobreponerse a la frustración de comprobar que sus textos no siempre son lo que imaginaron en soledad.

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