El jueves pasado tuvo lugar la Segunda Jornada Internacional de Lenguaje Claro y trajo varias novedades.
La principal, quizás, es que una sensación de trabajo en progreso reemplazó el clima más declarativo que había caracterizado el encuentro del año pasado. Distintos equipos que ya están trabajando con el lenguaje claro dentro del Estado —desde juzgados hasta bibliotecas públicas— presentaron sus casos. Entre otros, se escucharon ejemplos de cómo se editan las leyes en el Senado, de juzgados que simplifican sus sentencias y publican sus actividad en las redes, o lo que hizo y lo que hará la propia comisión técnica de la Red de Lenguaje Claro de la Argentina, coordinada por Mariana Bozetti.
Mariana Bozzetti, Waldimir Wolters y Emilia Ghelfi, con el boceto del nuevo sitio web de la Red de lenguaje claro de la Argentina.
También se notó una mayor presencia de funcionarios del gobierno, especialmente del ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que envió a su secretario y que en general parece llevar la delantera en el impulso del cambio. Una de las novedades —tomen nota los docentes de escritura— es que están tratando de reformular los programas de la facultad de derecho e incluir materias de redacción.
Estructuras sintácticas paranoicas
Hablando de abogados, una de los puntos altos de la jornada fue la presencia del escritor Pedro Mairal contando su experiencia de 11 años capacitando abogados. Además de describirla entre bromas y muy llanamente, dejó un par de definiciones para la antología —"estructuras sintácticas paranoicas" y el "punto como ansiolítico"— y la cerró con un texto propio desopilante: Amor jurídico. Tanta broma hizo que Martín Böhmer, del ministerio de Justicia, se sintiera un poco obligado a responderle y dejara, de paso, una definición sobre la profesión de abogados como traductores de intereses al lenguaje del derecho.
Finalmente, la presencia internacional estuvo dada por la presencia de Claudia Poblete Olmedo —cada vez más afianzada en su liderazgo regional— y la de los colombianos Germán Arenas Arias y Betsy Perafán. La primera expuso sobre cuáles podrían ser los estándares de lenguaje claro y mostró una de las primeras herramientas que su red está ofreciendo a la comunidad: un cuestionario que permite a las organizaciones saber si sus documentos están elaborados con él (puede descargarse acá). Los segundos, más nuevos en estos menesteres, básicamente contaron su experiencia de trabajo, en general muy entretenida. En cualquier caso, se nota la buena relación entre estos tres países, una relación que parecería que está por formalizarse de alguna manera y que augura que el movimiento seguirá en ascenso.
Una última cosa: está casi lista el sitio web de la red argentina de lenguaje claro se supone que arrancará en febrero. Ya pueden ir agendando la dirección: www.lenguajeclaroargentina.gob.ar
Claudia Poblete Olmedo, de la Red de Lenguaje Claro de Chile, presenta su propuesta de estándares (foto @jomrichardson)
La principal, quizás, es que una sensación de trabajo en progreso reemplazó el clima más declarativo que había caracterizado el encuentro del año pasado. Distintos equipos que ya están trabajando con el lenguaje claro dentro del Estado —desde juzgados hasta bibliotecas públicas— presentaron sus casos. Entre otros, se escucharon ejemplos de cómo se editan las leyes en el Senado, de juzgados que simplifican sus sentencias y publican sus actividad en las redes, o lo que hizo y lo que hará la propia comisión técnica de la Red de Lenguaje Claro de la Argentina, coordinada por Mariana Bozetti.
Mariana Bozzetti, Waldimir Wolters y Emilia Ghelfi, con el boceto del nuevo sitio web de la Red de lenguaje claro de la Argentina.
También se notó una mayor presencia de funcionarios del gobierno, especialmente del ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que envió a su secretario y que en general parece llevar la delantera en el impulso del cambio. Una de las novedades —tomen nota los docentes de escritura— es que están tratando de reformular los programas de la facultad de derecho e incluir materias de redacción.
Estructuras sintácticas paranoicas
Hablando de abogados, una de los puntos altos de la jornada fue la presencia del escritor Pedro Mairal contando su experiencia de 11 años capacitando abogados. Además de describirla entre bromas y muy llanamente, dejó un par de definiciones para la antología —"estructuras sintácticas paranoicas" y el "punto como ansiolítico"— y la cerró con un texto propio desopilante: Amor jurídico. Tanta broma hizo que Martín Böhmer, del ministerio de Justicia, se sintiera un poco obligado a responderle y dejara, de paso, una definición sobre la profesión de abogados como traductores de intereses al lenguaje del derecho.
Finalmente, la presencia internacional estuvo dada por la presencia de Claudia Poblete Olmedo —cada vez más afianzada en su liderazgo regional— y la de los colombianos Germán Arenas Arias y Betsy Perafán. La primera expuso sobre cuáles podrían ser los estándares de lenguaje claro y mostró una de las primeras herramientas que su red está ofreciendo a la comunidad: un cuestionario que permite a las organizaciones saber si sus documentos están elaborados con él (puede descargarse acá). Los segundos, más nuevos en estos menesteres, básicamente contaron su experiencia de trabajo, en general muy entretenida. En cualquier caso, se nota la buena relación entre estos tres países, una relación que parecería que está por formalizarse de alguna manera y que augura que el movimiento seguirá en ascenso.
Una última cosa: está casi lista el sitio web de la red argentina de lenguaje claro se supone que arrancará en febrero. Ya pueden ir agendando la dirección: www.lenguajeclaroargentina.gob.ar
Claudia Poblete Olmedo, de la Red de Lenguaje Claro de Chile, presenta su propuesta de estándares (foto @jomrichardson)
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