In English? ¿O en español?


La tendencia de incorporar palabras en inglés a los textos en castellano parece ir en aumento en casi todos los ámbitos, y es un tema que suele despertar diversas opiniones.

Una de ellas es la de Álex Grijelmo. En su libro Defensa apasionada del idioma español, el renombrado periodista ibérico explica que si bien el español siempre recibió palabras de otras lenguas –lo que de alguna manera lo fue moldeando hasta ser lo que es hoy–, el caso del inglés es diferente. Parece ser –describe el autor– que “en apenas medio siglo el inglés ha colocado en nuestras bocas tantas palabras como el árabe en ocho centurias”.

Además, a diferencia de lo que sucedió con el vasco, el árabe, el catalán, el francés, el maya o el guaraní (por nombrar algunos idiomas que influyeron al nuestro), los anglicismos que comenzaron a llegar al español a mediados del siglo XX no lo hicieron por el contacto popular sino mediante la letra impresa en periódicos, tratados científicos y otras publicaciones. Por lo que no adaptaron su fonética a la nuestra sino que arribaron –como dice Grijelmo– “con todas sus letras, a menudo impronunciables para un hispanohablante monolingüe”. Lo mismo continúa sucediendo hoy, a través de la televisión, la publicidad y los productos importados.

A excepción de algunos términos que sí se adaptaron (como fútbol, computadora o escáner), hoy el idioma del norte entra en nuestros textos escritos y orales así como suena. En las empresas, las áreas de Publicidad y Marketing (curiosamente, esta palabra está en inglés) tienden a incluir en sus documentos outsorcing, managment, benchmarking y pricing. Lo mismo sucede con Sistemas, donde input, update y download son recurrentes.

Para este comportamiento, Grijelmo esboza una hipótesis: los hispanohablantes se avergüenzan de su lengua y creen que las palabras en inglés suenan mejor, más prestigiosas y elegantes. Esta última, una suposición errada que el autor rebate repetidas veces con buenos ejemplos.

Lo cierto es que un texto cumple su propósito si el lector puede comprenderlo, si no necesita sortear obstáculos para llegar al mensaje. En este sentido, los términos en inglés (o en otro idioma para el caso) pueden generar dificultades en la lectura. Sin embargo, tampoco es bueno fanatizarse. Si una palabra expresa lo que queremos decir seguramente no esté tan mal ponerla en inglés, en itálica y, si es necesario, con una aclaración entre paréntesis. Es decir, si es funcional y no suena demasiado rebuscado, entonces adelante.

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