Cuando armamos una presentación, cuando redactamos un
e-mail, cuando mandamos un mensaje por celular, en definitiva, siempre que escribimos un texto, usamos todo lo que está a nuestro alcance para expresar lo que queremos. Nada está de más y todos los recursos son válidos.
Pero muchas veces, mientras edito o corrijo textos, me encuentro con que las empresas usan demasiado uno de estos recursos:
la voz pasiva. El otro día, revisé una y otra vez oraciones como “Las búsquedas serán realizadas por Recursos Humanos” o “A través del área de Beneficios, se ofrecen propuestas culturales, deportivas y de recreación para los empleados”. Y también me detuve en la versión conocida como “
pasiva con se” (formada por el pronombre se y verbo en voz activa): “Los reconocimientos a la productividad se publican en la intranet”.
Después de perderme un poco entre tantas construcciones pasivas, me surgió una duda que todavía no me pude responder con claridad. Gracias a su estructura, esta forma gramatical permite borrar al agente (el que realiza la acción que expresa el verbo). Pero en estas oraciones en voz pasiva, o bien esta más que claro que la responsable de la acción es la empresa o bien se explicita quién la hace.
A la voz pasiva yo le tengo bastante cariño, sobre todo porque puede resultar muy útil en algunos casos —¿qué mejor manera de responder que: “no pude leer el informe porque se tiró a la basura?”—, pero en estos casos, no comprendo por qué las empresas quieren ocultarse, aun cuando presentan beneficios para sus empleados. Me parece que en estos casos, es preferible usar la voz activa y decir: "Recursos Humanos realizará las búsquedas" o "El área de Beneficios ofrece propuestas culturales, deportivas y de recreación para los empleados". Además, la lectura de este tipo de oraciones es más rápida y sencilla.
Me anduve preguntando por qué usan tantas veces la voz pasiva si no aprovechan el principal recurso que les ofrece esta forma. Quizás porque le asignan un valor de seriedad y formalidad. Quizás porque repiten estructuras fijas de informes.
Se me ocurre que tal vez el discurso corporativo, en lugar de utilizarla como un recurso, la siente impuesta. Así que propongo dejar la tímida pasiva sólo para cuando no sepamos quién hace la acción o no nos interese informarlo (por ejemplo, “Los cursos se dictan los lunes”). Y en resto de los casos, empezar a hacernos cargo de lo que decimos