Entrevistas: ¿grabar o no grabar?

Estoy armando un taller sobre entrevistas para un cliente y me vino a la mente una frase de un viejo periodista. Libreta en mano, solía jactarse de grabar a sus entrevistados solamente cuando era indispensable: si estaba frente a alguien como Borges, donde cada palabra cuenta, o si debía protegerse de futuras demandas.

Yo he hecho mía esta premisa y grabo lo menos posible: tengo buena memoria, detesto desgrabar y mi sistema de notas suele funcionar bien para reconstruir la charla.

Pero conozco casos cercanos donde sucede lo inverso: teclear las voces del casete es un momento de descanso. Se pone la mente en blanco, mientras la pantalla se va llenando de palabras. Y se cuenta, además, con la tranquilidad de no haber dejado nada afuera.

Vos, ¿de qué lado estás?


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