Por el barrio de Hemingway

Les aviso antes: esto es algo así como un recuerdo tardío para un escritor muerto, pasado de moda, no demasiado valorado en la Argentina. Un post atrasado, un poco anacrónico y fuera de foco. Disculpas.

A quien me gustaría recordar es a Ernest Hemingway, que cumplió 50 años de muerto el año pasado y cuya vida y obra configuraron uno de los modelos de escritor más reconocibles del siglo XX: el del escritor aventurero, responsable de una literatura popular nutrida de experiencias personales.

Pero más allá de estas representaciones, convertidas en clichés en muchos casos, lo que me invita a escribir sobre él es el estilo de su prosa. Una prosa clara, sin excesos retóricos, orientada al lector, que extendió su influencia incluso fuera de los bordes literarios. Con antecedentes –por ejemplo, Chejov— y continuadores –por ejemplo, Carver— , Hemingway impulsó un tipo de escritura que, según su propia definición, funcionaba como un iceberg: la pequeña parte visible debía dar cuenta de una parte sumergida mucho mayor.

Pero, además, esta figura siempre me resultó atractiva, quizás porque representaba algo contrario al mainstream de mis tiempos de facultad. Cuando era más chico, todavía resonaban fuerte los ecos del boom latinoamericano. Si se pensaba en escritores norteamericanos, los modelos remitían más a Faulkner, dueño de una prosa intrincada, compleja y más entregada a las sonoridades de la lírica que a la arquitectura periodística. Y si se pensaba en modelos nacionales, el modelo del escritor argentino era algo así como la contrafigura del aventurero Hemingway: el bibliotecario Borges.

Oak Park

Lo cierto es que, cuando tuve la oportunidad, me di una vuelta por el paisaje de la infancia de Ernest, a la cual el escritor le asignaba un rol importante en la formación de un escritor: según él no había mejor entrenamiento que una infancia infeliz. Si ese era el caso, él la tuvo: una madre que lo vestía regularmente de mujer y un padre que se suicidó a sus 18 años deben haber ayudado bastante bien al propósito.

Parte de ese entrenamiento tuvo lugar en Oak Park, en las afueras de Chicago, un lugar que tuve la suerte de recorrer hace casi dos años. Oak Park es un suburbio de casas residenciales de principios del siglo XX, muchas de ellas proyectadas por Frank Lloyd Wright, el famoso arquitecto. Para un porteño como yo, el barrio tiene algo del aire de lugares como Acassuso o Martínez entre las vías y el río: árboles añosos, jardines de pasto bien cortado, calles de poco movimiento, vecinos pudientes que no se hacen notar demasiado, ritmos más lentos que en la ciudad. En su momento, Hemingway lo describió como un lugar de jardines amplios y mentes estrechas.

Entre esas casas, todavía está muy bien conservada aquella donde nació Hemingway y un museo que muestra algunos de sus manuscritos y algún que otro objeto representativo. Visité los dos y en ambas me encontré con una versión más bien escolar del escritor, de esas que hablan de genios y temperamentos.

Pero la visita valió la pena. Tanto para ver cómo se vive en uno de los mejores suburbios de Chicago e imaginar lo que pudo haber sido ese pueblo del medio este 100 años antes. Y también porque en el museo había una parte que se ocupaba del texto que, según decía el propio Hemingway, contenía “la mejores reglas sobre el negocio de escribir”: la hoja del estilo de la Kansas Star, el diario donde se desempeñó como periodista de joven.

Preceptos_de_estilo_Hemingway

La foto es mala, pero el primer párrafo dice:

Usá oraciones cortas. Usá primeros párrafos cortos. Usá un inglés vigoroso. Sé positivo, no negativo.

Todavía los consejos sirven. Y del mismo modo en que Hemingway construyó su estilo a partir de de un puñado de reglas pensadas para atrapar y simplificar la vida de los lectores de un diario del medio oeste de los Estados Unidos, mucha de la prosa que después llenó diarios, avisos publicitarios, brochures y otros productos editoriales parece haber encontrado inspiración en el estilo del escritor norteamericano.

Un estilo que, entre el mar de tuits y posts y los inevitables cambios que ocurren a partir de las redes sociales, todavía encuentra el modo de perdurar.

Casa_natal_Hemingway

La casa natal de Hemingway en Oak Park

2 comentarios:

  1. Los nuevos Hemingways son los surfeadores de aventuras en las redes sociales? Hemingways de notebook. Saludos

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    1. Puede ser. Pero habría que buscar alguno con alguna cuota de popularidad, ¿no?

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